viernes, 21 de septiembre de 2018

Gestalt Viva

 

Gestalt Viva

Gerardo Ortiz.

Madrid, 2013.

¿Es Claudio Naranjo solamente un aguerrido defensor de la manera en que hacía terapia Fritz Perls en su época californiana? Creo que en realidad es alguien que con sus aportaciones a la gestalt se convirtió en un especie de urgenciólogo que se vió obligado a realizarle una transfusión de emergencia a una paciente para ayudarla a recuperar la vitalidad, la creatividad y la frescura que estaba a punto de perder, agonizante.



1. Descripción de Claudio de la forma en que hacía terapia Fritz Perls en su época californiana

Claudio se refiere al trabajo de Fritz en esta época como el del «florecimiento de su genialidad». Fueron años en que concurrían a Esalen personas de todas las latitudes, y no solo geográficas, sino también formativas, incluyendo el psicoanálisis, para ver a ese peculiar hombre, especie de mago que parecía hacer milagros. ¿Cuál era la particularidad que hacía a Fritz tan singular y tan carismático? Tal vez no tuviera demasiadas cualidades, sino solo unas cuantas, pero muy potentes, muy arraigadas, y sobre todo muy transformadoras. Quiero enumerar algunas de estas, aunque por el tiempo de esta exposición no pueda alargarme en desmenuzar cada una de ellas.

A mi parecer, la particularidad más relevante, o una de las más relevantes, era el nivel de autoridad y realización que había alcanzado. No necesitaba investirse de ninguna forma especial para contagiar una profunda sensación de que era una persona que «sabía». Alguien que «había llegado» a su realización y plenitud. Esta sabiduría intrínseca fue sin duda uno de sus componentes más eficientes como terapeuta.

Otro elemento notable por su eficacia en el trabajo de Fritz era, sin duda, la utilización de su propia persona, poniéndose ahí en su totalidad, favoreciendo el encuentro profundo y verdadero por sobre cualquier otra cosa. Me parece que, en referencia a esta manera de ser y de estar de Fritz, Claudio Naranjo se refiere a ello cuando escribe que «la terapia Gestalt no es un conjunto de técnicas, sino la transmisión de una actitud, una forma de ser y de estar en la vida».  Y al escribir esto, Claudio nos insiste en ver todo este repertorio efectivo de Fritz no como atributos o habilidades en las que se capacitó, sino como la expresión cabal de su propia persona. El resultado o conquista de un hombre que trabajó consigo mismo hasta alcanzar ese grado de evolución.

Otro aspecto significativo era su habilidad para no caer en la red manipulatoria de sus pacientes. Detectaba en forma inmediata la falsedad o actitud victimista, confrontando estas posturas e invitando a colocarse de una manera digna y saludable frente al dolor genuino. Creo que Fritz partía de ese principio terapéutico de que «solo el dolor cura el dolor», al grado de confrontar las evitaciones de sus pacientes, e incluso empujándolos al encuentro con ese dolor. En algunas ocasiones, el propio Fritz se comparaba con un cirujano por su manera de hacer terapia. Al parecer, por los ecos que nos llegan de su trabajo, muchas veces su cirugía era sin anestesia.

Otro elemento sin duda muy potente en su manera de hacer terapia era la integración de sus opuestos: a diferencia de muchas personas que consideran que un componente de su personalidad es dañino, o de «mala» naturaleza (Jung lo llamaba la sombra) y emprenden una tarea titánica de mantenerlo sometido o domesticado y, por lo tanto, van por la vida viviendo a medias, Fritz había conseguido la integración de su sacralidad con su animalidad, siendo, como él se autodefinía, «mitad hijo de Dios y mitad hijo de puta», manifestando sin pudor su parte «oscura», que paradójicamente se convertía en «luz» para muchos de sus pacientes cuando se manifestaba profundamente genuino aunque pareciera «descortés». Como la ocasión en que John Enright cuenta que Fritz se quedó dormido en medio de un taller, mientras un hombre le contaba un sueño que el mismo Enright consideraba aburridísimo, y al percatarse el hombre que Fritz hasta roncaba, lo despertó reclamándole que había pagado mucho dinero por participar en su taller, y Fritz se limitó a sacar un billete de su cartera, se lo entregó a ese hombre y volvió a cerrar los ojos. O cuando a otro paciente le soplaba el humo de su cigarro sobre la cara y le vociferaba: «Me aburres».

2. Recopilaciones de las ideas y otras contribuciones de los gestaltistas perlsianos de la primera y segunda generación

Quiero compartir aquí de manera muy sucinta lo que para algunos de los terapeutas que conocieron a Fritz fue lo esencial de su trabajo gestáltico. Existe una compilación hecha por el propio Claudio en su libro Gestalt sin fronteras, en el que publica varias entrevistas a algunos de los gestaltistas de esa época,  pretendiendo dar a conocer voces que no aparecían en el mundo «oficial» de la gestalt, pero que no por eso eran menos importantes. 

Durante un encuentro gestáltico que dirigió un año después de la muerte de Fritz, John Enright se percató súbitamente, al querer ejemplificar a sus alumnos la silla vacía y al colocar imaginariamente a Fritz en dicho lugar, de la gratitud infinita que sentía hacia Fritz por haberle transmitido una forma plena de estar en el mundo que jamás se hubiera podido imaginar. 

Para Robert Hall, quien al igual que Claudio fuera un residente en Esalen y trabajara directamente con Fritz de co-terapeuta en algunos talleres, la enseñanza principal que le transmitió Fritz fue la consigna de atender siempre a lo obvio y la importancia de vivir en el presente. Robert también comparte cómo Fritz lo arrojaba a que traspasara situaciones que él consideraba límites, en donde gracias al empujón que este le propinaba, o nadaba o se hundía, y lo forzaba así a atreverse a hacer cosas que evidentemente le favorecían y le complementaban como persona y en su rol como terapeuta. 

Para Abraham Levitsky, una de las aportaciones más significativas de Fritz fue «el mundo excitante y sorprendente, lleno de posibilidades en donde lo introdujo, junto con la atmósfera de frescura, espontaneidad y compromiso personal con el que barnizó el quehacer terapéutico. A pesar de que, para Levitsky, en Fritz convergían las características contradictorias de creador y destructor, lo consideraba un genio y no le cabía la menor duda de que era un privilegio único estar ante la presencia de alguien capaz de captar al instante y con aguda precisión las pretensiones y necedades de los individuos, así como los deseos y necesidades auténticas. Para Levitsky, el legado esencial de Fritz era la profunda satisfacción que sentía al ver cómo personas que antes estaban muertas en vida se tornaban reales y se vitalizaban. 

Para Richard Olney, uno de los legados más importantes de Fritz era el «frustrar, frustrar, frustrar», y aunque mucha gente pensaba que Fritz hacía esto desde su crueldad, para Olney era la intervención magistral de alguien que lograba detectar lo falso en sus pacientes. 

Para Frank Rubenfeld, el proceso de potenciación personal, que consiste en volverse consciente de cómo uno mismo se convierte en el mayor obstáculo del propio crecimiento, es el aporte más significativo que encontró en la gestalt de Fritz. 

Rescatando lo que para estos gestaltistas fue el mayor legado de Fritz, que lo conocieron e interactuaron con él en su época californiana, se puede concluir que la genialidad en el quehacer de Fritz no era la aplicación de ninguna teoría, sino la manifestación viva de una profunda confianza en el proceso de regulación organísmica. 

3. La crítica de Claudio a la Ortodoxia

La postura crítica de Claudio Naranjo a los gestaltistas norteamericanos está motivada por la obstinación de estos por pretender colocar la Psicología de la Forma como el esqueleto teórico de la terapia gestalt. Permítanme contextualizar brevemente acerca de los orígenes de la gestalt. Perls había tenido un encuentro muy frustrante con Freud. Creo que la mayoría de ustedes conocerán de ese acontecimiento que sucedió con motivo de un congreso de psicoanálisis en 1936 y, para el cual, Perls viajó desde Sudáfrica hasta Praga con la esperanza de encontrarse con Freud y compartirle sus ideas sobre las «resistencias orales». Pero Freud no lo recibió con bombo y platillo, como tal vez Fritz esperaba; a lo sumo, cuando este se presentó diciendo quién era y de dónde venía, la anécdota nos cuenta que la única respuesta de Freud fue: «¿y cuando se regresa?». 

Perls nunca perdonó a Freud y siempre que pudo explicitó que este se había equivocado. Su primer libro, Yo, hambre y agresión, es una pretensión constante de colocarse por encima de Freud y su teoría piscoanalítica. Así fue que se arropó en las ideas de Kurt Goldstein, con quien había trabajado, y que sonaban más frescas y científicas, echando mano también de la Teoría de la Forma de Köhler, Koffka y Wertheimer para hablar, más que de inconsciente, de la formación de figura/fondo, en donde se asegura que siempre que percibimos algo hay un proceso en donde una parte del todo a la que llamamos figura se destaca más para nosotros, y la otra, que nos interesa menos, sería el fondo. 

Llevando este concepto al terreno de la psicoterapia, decimos que la necesidad más urgente tiene primacía sobre las demás (por ejemplo, me imagino que para algunos de ustedes ir a tomarse un café sea más urgente y placentero que seguir escuchándome). Cuando estas necesidades se van satisfaciendo, emergen otras que se encontraban en el fondo y que pasan a ser figura. El funcionamiento normal consiste en una continua reorganización de nuestra percepción, favoreciendo así que siempre ocupe el lugar de figura aquello que necesitamos atender o satisfacer. 

El aparente interés de Perls por estos principios fue una estrategia propagandística de ofrecer algo más novedoso que el psicoanálisis, acercándose y afirmándose desde un lenguaje científico ante la cerrada élite del académico mundo norteamericano, buscando así su aceptación y reconocimiento

A diferencia de Freud, que fue un escritor prolijo, Perls no destacaba por sus características intelectuales, así que buscó el apoyo de Paul Goodman, un hombre brillante relacionado con el mundo de la educación y la política, y lo contrató para que escribiera, de una manera más erudita que la que el propio Perls habría conseguido, la segunda parte de su manuscrito, que derivó en el libro Gestalt Therapy y al que durante años los norteamericanos se han referido como «el PHG», por las iniciales de Perls, Hefferline y Goodman, y al cual consideran la biblia de la gestalt. En esa época, este libro cumplió con su propósito: darle un carácter de seriedad y formalidad a la terapia gestalt, pero de ninguna manera retrata la magistral forma en que Fritz hacía gestalt. 

Después de que Perls emigró de la Costa Este, hizo un viaje en donde, entre otros sitios, estuvo en Japón y en Israel, proporcionándole ese periplo experiencias nuevas que lo maduraron y transformaron, llegando a California convertido en un hombre profundamente carismático y al que no le interesó ya la formación académica institucionalizada con grandes sesiones teóricas. Se dedicó a hacer terapia, a enseñar la gestalt como un enfoque existencial que invita a vivenciar y percatarse como parte de un proceso de autodescubrimiento. En esta época, Perls llegó a constituirse como uno que sabe. Sin embargo, ha habido un movimiento encabezado por su viuda, Laura, que nunca le perdonó a Fritz su falta de reconocimiento, en donde ella y sus colaboradores de la época neoyorquina se empeñaron en denostar o, como dice Claudio, en desfritzar la gestalt, referenciando a Goodman como el creador de la gestalt, sin percatarse de que esta visión es reductiva y anquilosada, mutila el espíritu de la gestalt eminentemente existencialista, produce una atmósfera fúnebre en donde la gestalt agoniza, y que con ella han caído —tomando la famosa frase de Korzybski— en confundir «el mapa con el territorio»

4. La Gestalt Viva

La Gestalt Viva —o tal vez tengamos que empezar a decir «naranjeana» — pone el énfasis en que la terapia es un proceso de autodescubrimiento, un lugar de encuentro en donde la relación entre el paciente y el terapeuta se convierte en un inmejorable caldo de cultivo para la transformación, siendo esta uno de los principales empeños del quehacer de Claudio: el que las personas nos percatemos de nuestra unicidad versus la individualidad y nos transformemos, vayamos mas allá de las masas uniformadas y, como en el poema de León Felipe, asumamos nuestra grandeza de ser únicos e irrepetibles: 

Nadie fue ayer, 

ni va hoy, 

ni irá mañana 

hacia Dios 

por este mismo camino 

que yo voy. 

Para cada hombre guarda 

un rayo nuevo de luz el sol… 

y un camino virgen 

Dios.

 

El terapeuta gestáltico va acompañando al paciente a aumentar su capacidad de percatarse y a ir haciendo conciencia de todos los añadidos que a lo largo de la vida ha ido incorporando a su persona como una forma de sobreadaptación, pero que erróneamente los considera propios, pertenecientes a su naturaleza, cuando en realidad son agregados estorbosos que le impiden accesar a su verdadero ser. El quehacer gestáltico consiste en un proceso de devolverle a la persona su capacidad de vivir. Es muy difícil que alguien pueda transformarse si no tiene sensaciones ni sentido de sí, y Naranjo nos señala el camino al presentarnos la gestalt como un existencialismo dionisiaco: no se trata de un hedonismo caracterológico ni de un hedonismo light, se trata del placer en una visión de lo humano según la cual el placer es como la razón, un principio guía, se trata de un placer que sirva a algo más que al placer; un placer que sirve a la realización de la persona, ciertamente, un placer digno de ser respetado.

Descubrimos en las enseñanzas de Naranjo un espíritu de contagio en la liberación de la sabiduría instintiva, en que la persona consigue abrirse a sus capacidades existenciales, como la alegría, la libertad, el gozo, la fuerza, la compasión, el arte, la belleza y el amor, por mencionar algunas. Es el propósito de esta Gestalt Viva que cada persona se actualice, que logre contactar con lo hondo de lo hondo del corazón de su corazón, consiguiendo escuchar la voz que surge de este lugar prístino, y que lo manifieste emocionalmente al grado de detonar en una explosión amorosa, la cual, per se, es profundamente sanadora. 

Si las enseñanzas de Fritz las sintetizamos en tres palabras, su legado fue el de enseñarnos a vivir; y si el magisterio de Claudio lo resumimos también en tres palabras, es el de enseñarnos a amar; porque está claro que, para él, este es el propósito más grande de la vida, y tomo prestadas las palabras de uno de los místicos preferidos de Claudio, Juan de Yepes, mejor conocido como San Juan de la Cruz, para expresarlo de forma más elocuente:

A la tarde te examinarán en el amor. 

A la tarde de nuestra vida, esta será la asignatura en la que seremos evaluados, en nuestra capacidad y ejercicio amoroso. 

5. La formulación de una gestalt integrativa 

Una vez, en Brasil, escuché a Claudio decir que su búsqueda la emprendió para salvarse del naufragio, una búsqueda incansable de muchos años en donde abrevó en distintas fuentes y diversos manantiales, así como incursionó en la jungla colombiana, participando con los indígenas kofán en sus ceremonias con plantas sagradas, y también se sumergió en el estudio de la música, buceó en distintas tradiciones espirituales, participó de la escuela del Cuarto Camino, conoció la ciencia y se empapó de la meditación. Fue cercano a diversos maestros como Oscar Ichazo, Swami Muktananda, Idries Shah, Suleyman Dede, S.S. el Karmapa XVI y Tarthang Tulku, Tótila Albert y Fritz Perls. Todos estos encuentros, experiencias y aprendizajes significativos gestaron un fruto muy particular: la formulación de una gestalt integrativa, en donde los participantes de una formación gestáltica se van enriqueciendo con el trabajo corporal, el teatro terapéutico, la caracterología eneagrámica, la práctica meditativa, el trabajo con la familia interior y una aguda supervisión del quehacer gestáltico, convirtiendo esto en un cóctel infalible de gran ayuda en el proceso de convertirse y transformarse, de completarse como personas y, de esta manera, hacerse terapeutas.

Varios institutos de gestalt aquí en Europa, sobre todo españoles, han sido tocados por esta influencia naranjeana y en los últimos años, en Latinoamérica, han surgido varios institutos o escuelas donde se transmite esta gestalt integrativa, tales como Brasil, Argentina, Colombia, México, y tengo entendido que en breve también en Chile, constatando así que esta Gestalt Viva o naranjeana va creciendo y difundiéndose esperanzadoramente.

6. Reflexiones acerca de la dimensión social de la gestalt 

En la conferencia cierre del XII Congreso internacional de Gestalt celebrado en Piriápolis, Uruguay, en el año 2011, decía Naranjo

Nuestra gran esperanza es el naufragio colectivo de un sistema obsoleto que falla porque promueve seres humanos enfermos.

Con la caída o colapso del sistema económico, que en su momento sustituyó al ser humano poniendo en el centro de la vida al dinero, se abre la esperanza de regresarle a la persona el lugar que le pertenece en este orden y comenzar a diseñar un camino hacia la sanación colectiva, favoreciendo un despertar de la conciencia.

La visión gestáltica es la de integración, pero ¿cómo aspirar a esta integración del mundo cuando nosotros estamos desintegrados? Tótila Albert propone esta transformación en el equilibrio entre padre, madre e hijo, las tres personas interiores o componentes intrapsíquicos del ser humano. 

Uno de los principales gérmenes de esta sociedad enferma es el predominio de la razón sobre el corazón y el cuerpo; Tótila Albert propone el abrazo de estas tres personas interiores. Como él lo expresaba, «el tres veces nuestro». El factor unificador o «pegamento» para conseguir esto es el de la atención. Si estamos atentos, si nos percatamos y estamos presentes, conseguimos por añadidura esta armonía. 

Fue esta «visión trinitaria» de Tótila de gran influencia en Claudio, quien nos propone el desarrollo e integración de los tres tipos de amor como expresiones de estas personas interiores: el amor admirativo, el amor compasivo y el amor a la criatura que también somos, buscando la expresión de todos en un «abrazo a tres», como le decía Tótila. 

Claudio, con todos sus aportes a la gestalt, se convierte en la figura indiscutiblemente referencial para los gestaltistas y buscadores actuales, al presentarnos la gestalt como un camino psicoespiritual con un efecto profundamente transformador. Un maestro que comunica un linaje, una estirpe que invita a seguirlo. Yo diría: ¿quieres encontrarte? Sigue a Claudio y sus enseñanzas. 

Podemos decir, sin duda alguna, que en Claudio y su obra se aplica ese pensamiento que reza: «Lo que hacemos por nosotros mismos muere con nosotros, lo que hacemos por los demás y por el mundo permanece y es inmortal». 

Tomado de la pagina de la Asociación Internacional de Escuelas GESTALT VIVA

La Gestalt Viva – Gestalt Claudio Naranjo



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