Gestalt Viva
Gerardo Ortiz.
Madrid,
2013.
¿Es Claudio Naranjo solamente un aguerrido defensor de la manera en
que hacía terapia Fritz Perls en su época californiana? Creo que en realidad
es alguien que con sus aportaciones a la gestalt se convirtió en un especie de
urgenciólogo que se vió obligado a realizarle una transfusión de emergencia a
una paciente para ayudarla a recuperar la vitalidad, la creatividad y la
frescura que estaba a punto de perder, agonizante.
1.
Descripción de Claudio de la forma en que hacía terapia Fritz Perls en su época
californiana
Claudio
se refiere al trabajo de Fritz en esta época como el del «florecimiento de su genialidad». Fueron años en que concurrían a Esalen personas de
todas las latitudes, y no solo geográficas, sino también formativas, incluyendo
el psicoanálisis, para ver a ese peculiar hombre, especie de mago que parecía
hacer milagros. ¿Cuál era la particularidad que hacía a Fritz tan singular y
tan carismático? Tal vez no tuviera demasiadas cualidades, sino solo unas
cuantas, pero muy potentes, muy arraigadas, y sobre todo muy transformadoras.
Quiero enumerar algunas de estas, aunque por el tiempo de esta exposición no
pueda alargarme en desmenuzar cada una de ellas.
A
mi parecer, la particularidad más relevante, o una de las más relevantes, era
el nivel de autoridad y realización que había alcanzado. No necesitaba
investirse de ninguna forma especial para contagiar una profunda sensación de
que era una persona que «sabía». Alguien que «había llegado» a su realización y
plenitud. Esta sabiduría intrínseca fue sin duda uno de sus componentes más
eficientes como terapeuta.
Otro
elemento notable por su eficacia en el trabajo de Fritz era, sin duda, la
utilización de su propia persona, poniéndose ahí en su totalidad, favoreciendo
el encuentro profundo y verdadero por sobre cualquier otra cosa. Me parece que,
en referencia a esta manera de ser y de estar de Fritz, Claudio Naranjo se
refiere a ello cuando escribe que «la terapia Gestalt no es un conjunto de
técnicas, sino la transmisión de una actitud, una forma de ser y de estar en la
vida». Y al escribir esto, Claudio nos insiste en ver todo este
repertorio efectivo de Fritz no como atributos o habilidades en las que se
capacitó, sino como la expresión cabal de su propia persona. El resultado o
conquista de un hombre que trabajó consigo mismo hasta alcanzar ese grado de
evolución.
Otro
aspecto significativo era su habilidad para no caer en la red manipulatoria de
sus pacientes. Detectaba en forma inmediata la falsedad o actitud victimista,
confrontando estas posturas e invitando a colocarse de una manera digna y
saludable frente al dolor genuino. Creo que Fritz partía de ese principio
terapéutico de que «solo el dolor cura el dolor», al grado de confrontar las
evitaciones de sus pacientes, e incluso empujándolos al encuentro con ese
dolor. En algunas ocasiones, el propio Fritz se comparaba con un cirujano por
su manera de hacer terapia. Al parecer, por los ecos que nos llegan de su
trabajo, muchas veces su cirugía era sin anestesia.
Otro
elemento sin duda muy potente en su manera de hacer terapia era la integración
de sus opuestos: a diferencia de muchas personas que consideran que un
componente de su personalidad es dañino, o de «mala» naturaleza (Jung lo
llamaba la sombra) y emprenden una tarea titánica de mantenerlo sometido o
domesticado y, por lo tanto, van por la vida viviendo a medias, Fritz había
conseguido la integración de su sacralidad con su animalidad, siendo, como él
se autodefinía, «mitad hijo de Dios y mitad hijo de puta», manifestando sin
pudor su parte «oscura», que paradójicamente se convertía en «luz» para muchos
de sus pacientes cuando se manifestaba profundamente genuino aunque pareciera
«descortés». Como la ocasión en que John Enright cuenta que Fritz se quedó
dormido en medio de un taller, mientras un hombre le contaba un sueño que el
mismo Enright consideraba aburridísimo, y al percatarse el hombre que Fritz
hasta roncaba, lo despertó reclamándole que había pagado mucho dinero por
participar en su taller, y Fritz se limitó a sacar un billete de su cartera, se
lo entregó a ese hombre y volvió a cerrar los ojos. O cuando a otro paciente le
soplaba el humo de su cigarro sobre la cara y le vociferaba: «Me aburres».
2.
Recopilaciones de las ideas y otras contribuciones de los gestaltistas
perlsianos de la primera y segunda generación
Quiero
compartir aquí de manera muy sucinta lo que para algunos de los terapeutas que
conocieron a Fritz fue lo esencial de su trabajo gestáltico. Existe una
compilación hecha por el propio Claudio en su libro Gestalt sin fronteras,
en el que publica varias entrevistas a algunos de los gestaltistas de esa
época, pretendiendo dar a conocer voces que no aparecían en el mundo
«oficial» de la gestalt, pero que no por eso eran menos importantes.
Durante
un encuentro gestáltico que dirigió un año después de la muerte de Fritz,
John Enright se percató súbitamente, al querer ejemplificar a sus alumnos la
silla vacía y al colocar imaginariamente a Fritz en dicho lugar, de la gratitud
infinita que sentía hacia Fritz por haberle transmitido una forma plena de
estar en el mundo que jamás se hubiera podido imaginar.
Para
Robert Hall, quien al igual que Claudio fuera un residente en Esalen y
trabajara directamente con Fritz de co-terapeuta en algunos talleres, la
enseñanza principal que le transmitió Fritz fue la consigna de atender siempre
a lo obvio y la importancia de vivir en el presente. Robert también
comparte cómo Fritz lo arrojaba a que traspasara situaciones que él
consideraba límites, en donde gracias al empujón que este le propinaba, o
nadaba o se hundía, y lo forzaba así a atreverse a hacer cosas que
evidentemente le favorecían y le complementaban como persona y en su rol
como terapeuta.
Para
Abraham Levitsky, una de las aportaciones más significativas de Fritz fue «el
mundo excitante y sorprendente, lleno de posibilidades en donde lo
introdujo, junto con la atmósfera de frescura, espontaneidad y compromiso
personal con el que barnizó el quehacer terapéutico. A pesar de que, para
Levitsky, en Fritz convergían las características contradictorias de creador y
destructor, lo consideraba un genio y no le cabía la menor duda de que era
un privilegio único estar ante la presencia de alguien capaz de captar al
instante y con aguda precisión las pretensiones y necedades de los individuos, así
como los deseos y necesidades auténticas. Para Levitsky, el legado
esencial de Fritz era la profunda satisfacción que sentía al ver cómo personas
que antes estaban muertas en vida se tornaban reales y se vitalizaban.
Para
Richard Olney, uno de los legados más importantes de Fritz era el «frustrar,
frustrar, frustrar», y aunque mucha gente pensaba que Fritz hacía esto desde su
crueldad, para Olney era la intervención magistral de alguien que lograba
detectar lo falso en sus pacientes.
Para
Frank Rubenfeld, el proceso de potenciación personal, que consiste en volverse
consciente de cómo uno mismo se convierte en el mayor obstáculo del propio
crecimiento, es el aporte más significativo que encontró en la gestalt de
Fritz.
Rescatando
lo que para estos gestaltistas fue el mayor legado de Fritz, que lo conocieron
e interactuaron con él en su época californiana, se puede concluir que la
genialidad en el quehacer de Fritz no era la aplicación de ninguna teoría, sino
la manifestación viva de una profunda confianza en el proceso de regulación
organísmica.
3. La crítica
de Claudio a la Ortodoxia
La
postura crítica de Claudio Naranjo a los gestaltistas norteamericanos está
motivada por la obstinación de estos por pretender colocar la Psicología de la
Forma como el esqueleto teórico de la terapia gestalt. Permítanme
contextualizar brevemente acerca de los orígenes de la gestalt. Perls había
tenido un encuentro muy frustrante con Freud. Creo que la mayoría de ustedes
conocerán de ese acontecimiento que sucedió con motivo de un congreso de
psicoanálisis en 1936 y, para el cual, Perls viajó desde Sudáfrica hasta Praga
con la esperanza de encontrarse con Freud y compartirle sus ideas sobre las
«resistencias orales». Pero Freud no lo recibió con bombo y platillo, como tal
vez Fritz esperaba; a lo sumo, cuando este se presentó diciendo quién era
y de dónde venía, la anécdota nos cuenta que la única respuesta de Freud fue:
«¿y cuando se regresa?».
Perls
nunca perdonó a Freud y siempre que pudo explicitó que este se había
equivocado. Su primer libro, Yo, hambre y agresión, es una
pretensión constante de colocarse por encima de Freud y su teoría
piscoanalítica. Así fue que se arropó en las ideas de Kurt Goldstein, con quien
había trabajado, y que sonaban más frescas y científicas, echando mano también
de la Teoría de la Forma de Köhler, Koffka y Wertheimer para hablar, más que de
inconsciente, de la formación de figura/fondo, en donde se asegura que siempre
que percibimos algo hay un proceso en donde una parte del todo a la que
llamamos figura se destaca más para nosotros, y la otra, que nos interesa
menos, sería el fondo.
Llevando
este concepto al terreno de la psicoterapia, decimos que la necesidad más
urgente tiene primacía sobre las demás (por ejemplo, me imagino que para
algunos de ustedes ir a tomarse un café sea más urgente y placentero que seguir
escuchándome). Cuando estas necesidades se van satisfaciendo, emergen otras que
se encontraban en el fondo y que pasan a ser figura. El funcionamiento normal
consiste en una continua reorganización de nuestra percepción, favoreciendo así
que siempre ocupe el lugar de figura aquello que necesitamos atender o
satisfacer.
El
aparente interés de Perls por estos principios fue una estrategia
propagandística de ofrecer algo más novedoso que el psicoanálisis,
acercándose y afirmándose desde un lenguaje científico ante la cerrada élite
del académico mundo norteamericano, buscando así su aceptación y
reconocimiento.
A
diferencia de Freud, que fue un escritor prolijo, Perls no destacaba por sus
características intelectuales, así que buscó el apoyo de Paul Goodman, un
hombre brillante relacionado con el mundo de la educación y la política, y lo
contrató para que escribiera, de una manera más erudita que la que el propio
Perls habría conseguido, la segunda parte de su manuscrito, que derivó en el
libro Gestalt Therapy y al que durante años los
norteamericanos se han referido como «el PHG», por las iniciales de Perls,
Hefferline y Goodman, y al cual consideran la biblia de la gestalt. En esa
época, este libro cumplió con su propósito: darle un carácter de seriedad y
formalidad a la terapia gestalt, pero de ninguna manera retrata la
magistral forma en que Fritz hacía gestalt.
Después
de que Perls emigró de la Costa Este, hizo un viaje en donde, entre otros
sitios, estuvo en Japón y en Israel, proporcionándole ese periplo experiencias
nuevas que lo maduraron y transformaron, llegando a California convertido
en un hombre profundamente carismático y al que no le interesó ya la formación
académica institucionalizada con grandes sesiones teóricas. Se dedicó a hacer
terapia, a enseñar la gestalt como un enfoque existencial que invita a
vivenciar y percatarse como parte de un proceso de autodescubrimiento. En esta
época, Perls llegó a constituirse como uno que sabe. Sin embargo, ha habido un
movimiento encabezado por su viuda, Laura, que nunca le perdonó a Fritz su
falta de reconocimiento, en donde ella y sus colaboradores de la época
neoyorquina se empeñaron en denostar o, como dice Claudio, en desfritzar
la gestalt, referenciando a Goodman como el creador de la gestalt, sin
percatarse de que esta visión es reductiva y anquilosada, mutila el espíritu de
la gestalt eminentemente existencialista, produce una atmósfera fúnebre en
donde la gestalt agoniza, y que con ella han caído —tomando la famosa frase de
Korzybski— en confundir «el mapa con el territorio»
4.
La Gestalt Viva
La
Gestalt Viva —o tal vez tengamos que empezar a decir «naranjeana» — pone el
énfasis en que la terapia es un proceso de autodescubrimiento, un lugar de
encuentro en donde la relación entre el paciente y el terapeuta se
convierte en un inmejorable caldo de cultivo para la transformación, siendo
esta uno de los principales empeños del quehacer de Claudio: el que las personas
nos percatemos de nuestra unicidad versus la individualidad y nos
transformemos, vayamos mas allá de las masas uniformadas y, como en el poema
de León Felipe, asumamos nuestra grandeza de ser únicos e
irrepetibles:
Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol…
y un camino virgen
Dios.
El
terapeuta gestáltico va acompañando al paciente a aumentar su capacidad de
percatarse y a ir haciendo conciencia de todos los añadidos que a lo largo de
la vida ha ido incorporando a su persona como una forma de sobreadaptación,
pero que erróneamente los considera propios, pertenecientes a su
naturaleza, cuando en realidad son agregados estorbosos que le impiden
accesar a su verdadero ser. El quehacer gestáltico consiste en un proceso de
devolverle a la persona su capacidad de vivir. Es muy difícil que alguien
pueda transformarse si no tiene sensaciones ni sentido de sí, y Naranjo nos
señala el camino al presentarnos la gestalt como un existencialismo
dionisiaco: no se trata de un hedonismo caracterológico ni de un hedonismo
light, se trata del placer en una visión de lo humano según la cual el placer
es como la razón, un principio guía, se trata de un placer que sirva a algo más
que al placer; un placer que sirve a la realización de la persona, ciertamente,
un placer digno de ser respetado.
Descubrimos
en las enseñanzas de Naranjo un espíritu de contagio en la liberación de la
sabiduría instintiva, en que la persona consigue abrirse a sus capacidades
existenciales, como la alegría, la libertad, el gozo, la fuerza, la compasión,
el arte, la belleza y el amor, por mencionar algunas. Es el propósito de esta
Gestalt Viva que cada persona se actualice, que logre contactar con lo hondo de
lo hondo del corazón de su corazón, consiguiendo escuchar la voz que surge de
este lugar prístino, y que lo manifieste emocionalmente al grado de detonar en
una explosión amorosa, la cual, per se, es profundamente
sanadora.
Si
las enseñanzas de Fritz las sintetizamos en tres palabras, su legado fue el
de enseñarnos a vivir; y si el magisterio de Claudio lo resumimos
también en tres palabras, es el de enseñarnos a amar; porque está
claro que, para él, este es el propósito más grande de la vida, y tomo
prestadas las palabras de uno de los místicos preferidos de Claudio, Juan de
Yepes, mejor conocido como San Juan
de la Cruz, para expresarlo de forma más elocuente:
A la tarde te examinarán en el
amor.
A
la tarde de nuestra vida, esta será la asignatura en la que seremos evaluados,
en nuestra capacidad y ejercicio amoroso.
5.
La formulación de una gestalt integrativa
Una
vez, en Brasil, escuché a Claudio decir que su búsqueda la emprendió para
salvarse del naufragio, una búsqueda incansable de muchos años en donde abrevó
en distintas fuentes y diversos manantiales, así como incursionó en la
jungla colombiana, participando con los indígenas kofán en sus ceremonias con
plantas sagradas, y también se sumergió en el estudio de la música, buceó
en distintas tradiciones espirituales, participó de la escuela del Cuarto
Camino, conoció la ciencia y se empapó de la meditación. Fue cercano a diversos
maestros como Oscar Ichazo, Swami Muktananda, Idries Shah, Suleyman Dede, S.S.
el Karmapa XVI y Tarthang Tulku, Tótila Albert y Fritz Perls. Todos estos encuentros, experiencias y
aprendizajes significativos gestaron un fruto muy particular: la
formulación de una gestalt integrativa, en donde los participantes de una formación gestáltica se van enriqueciendo con el trabajo corporal, el
teatro terapéutico, la caracterología eneagrámica, la práctica meditativa, el
trabajo con la familia interior y una aguda supervisión del quehacer
gestáltico, convirtiendo esto en un cóctel infalible de gran ayuda en el
proceso de convertirse y transformarse, de completarse como personas y, de esta
manera, hacerse terapeutas.
Varios
institutos de gestalt aquí en Europa, sobre todo españoles, han sido tocados
por esta influencia naranjeana y en los últimos años, en Latinoamérica, han
surgido varios institutos o escuelas donde se transmite esta gestalt integrativa,
tales como Brasil, Argentina, Colombia, México, y tengo entendido que en breve
también en Chile, constatando así que esta Gestalt Viva o naranjeana va
creciendo y difundiéndose esperanzadoramente.
6. Reflexiones acerca de la dimensión
social de la gestalt
En
la conferencia cierre del XII Congreso internacional de Gestalt celebrado
en Piriápolis, Uruguay, en el año 2011, decía Naranjo:
Nuestra gran esperanza es el naufragio
colectivo de un sistema obsoleto que falla porque promueve seres humanos
enfermos.
Con
la caída o colapso del sistema económico, que en su momento sustituyó al
ser humano poniendo en el centro de la vida al dinero, se abre la
esperanza de regresarle a la persona el lugar que le pertenece en este
orden y comenzar a diseñar un camino hacia la sanación colectiva,
favoreciendo un despertar de la conciencia.
La
visión gestáltica es la de integración, pero ¿cómo aspirar a esta
integración del mundo cuando nosotros estamos desintegrados? Tótila Albert
propone esta transformación en el equilibrio entre padre, madre e hijo,
las tres personas interiores o componentes intrapsíquicos del ser
humano.
Uno
de los principales gérmenes de esta sociedad enferma es el predominio de
la razón sobre el corazón y el cuerpo; Tótila Albert propone el abrazo de
estas tres personas interiores. Como él lo expresaba, «el tres veces
nuestro». El factor unificador o «pegamento» para conseguir esto es
el de la atención. Si estamos atentos, si nos percatamos y estamos
presentes, conseguimos por añadidura esta armonía.
Fue
esta «visión trinitaria» de Tótila de gran influencia en Claudio, quien
nos propone el desarrollo e integración de los tres tipos de amor como
expresiones de estas personas interiores: el amor admirativo, el amor
compasivo y el amor a la criatura que también somos, buscando la expresión
de todos en un «abrazo a tres», como le decía Tótila.
Claudio,
con todos sus aportes a la gestalt, se convierte en la figura
indiscutiblemente referencial para los gestaltistas y buscadores actuales,
al presentarnos la gestalt como un camino psicoespiritual con un efecto
profundamente transformador. Un maestro que comunica un linaje, una
estirpe que invita a seguirlo. Yo diría: ¿quieres encontrarte? Sigue a
Claudio y sus enseñanzas.
Podemos
decir, sin duda alguna, que en Claudio y su obra se aplica ese pensamiento
que reza: «Lo que hacemos por
nosotros mismos muere con nosotros, lo que hacemos por los demás y
por el mundo permanece y es inmortal».
Tomado de la pagina de la Asociación Internacional de Escuelas GESTALT VIVA
La Gestalt Viva – Gestalt Claudio Naranjo
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